Rural Smart & Cities


Hoy en día somos testigos de la aparición de una nueva economía basada en el conocimiento, en la que la adopción de las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) garantiza un intercambio inmediato de información desde cualquier lugar. Esta nueva forma de intercambiar información ha posibilitado un cambio jerárquico en las organizaciones y en la forma de relacionarse entre ellas, pasando de las antiguas estructuras piramidales a estructuras en red más ágiles y que fomentan la colaboración entre diferentes empresas o entidades públicas con un objetivo común.
Al mismo tiempo somos más conscientes de la limitación de los recursos naturales y la importancia de mantener un nivel de calidad medioambiental alto, pues estamos convencidos de que es necesario preservar el planeta donde vivimos. Por consiguiente, esta nueva economía del conocimiento fomenta el consumo de energía generada a partir de fuentes renovables, como la eólica o la solar, que permiten minimizar la emisión de gases y partículas contaminantes a la atmosfera.

Dentro de este nuevo contexto económico es donde aparece el término “smart city”, que hace referencia a un espacio urbano que utiliza de forma intensiva las tecnologías TIC a la vez que usa de una forma más responsable los recursos energéticos de los que dispone. Gracias a las tecnologías TIC puede realizarse una gestión más eficiente de los recursos urbanos, lo que permite a sus gestores ahorrar tiempo y dinero. Desde el punto de vista de la sostenibilidad medioambiental, la “smart city” minimiza el consumo energético y prioriza la autogeneración mediante pequeños generadores capaces de abastecer un edificio. También minimiza el consumo de agua, ya que es consciente de que se trata de un recurso escaso que es necesario conservar.

Las tecnologías TIC proveen a los habitantes de la “smart city” de nuevos canales de comunicación, que les permiten conocer cualquier tipo de información de forma inmediata estén donde estén, a través de dispositivos electrónicos con conexión a internet. A diferencia de los canales de comunicación habituales hasta el momento, estos nuevos canales son bidireccionales, eso implica que el ciudadano deja de ser un receptor pasivo para convertirse en un emisor activo capaz de generar su propia información. Este hecho facilita la participación ciudadana en la gestión de los espacios urbanos en aspectos como el estado de funcionamiento de los transportes públicos o la comunicación de incidencias en la via pública.

La materia prima de la “smart city” son los datos, que tratados de la forma adecuada, originan información de valor para sus habitantes. Los gestores urbanos y otros proveedores de servicios públicos ponen a libre disposición de la ciudadanía sus datos, de forma que se puedan procesar fácilmente, y así permitir a terceras partes ofrecer información de valor mediante aplicaciones informáticas. El conjunto de datos de libre disposición se conoce como “open data” y es un generador de nuevas actividades económicas, tanto es así que se le considera como el petróleo del siglo XXI.